lunes, 14 de enero de 2013

Despertar



No teníamos nada, vivíamos cabalgando sobre el tiempo, soñábamos con poderosas alas de animales legendarios, éramos ajenos a la rutina del mundo y el calor de nuestros cuerpos nos protegía de cualquier forma que pudiera adoptar el dolor.
Siempre era primavera, no existía el frío, no había mal, las lágrimas se habían extinguido.
Pero un día,  inesperado día,  la realidad atravesó nuestras defensas y se llevó la inocencia de nuestro mundo dejando una herida de profunda confusión y triste abandono.
Aún nos quedan la pasión y el cariño, y la incertidumbre de no saber que será de nosotros.