jueves, 12 de noviembre de 2009

El Lobo y la Pantera


Algunas veces,
cuando los vientos cambiaban la dirección de sus cantos,
Fúria se sentaba en el alféizar del recuerdo.
Mientras Órcifer preparaba un delicioso té de alas de avispa,
ella se impregnaba de las imágenes que formaban
la tormenta de su olvidado pasado.
Las Máugolas, siempre en sintonía con su corazón,
bajaban de lo alto de la Torre de Hielo
para calentar el regazo de la joven herida.
Acompañando su forzosa tortura, volvían a cantar los vientos:

Érase una vez, un lobo y una pantera
que se amaron con desesperada locura;
érase una vez que distintas especies
convivieron en paz y armonía;
érase una lágrima resbalando
de una tierna y sonrosada mejilla;
érase un cuento de hadas
convertido en aterradoras cenizas.

Y tras entonar con invisibles palabras los recuerdos
que ella era incapaz de articular con su propia voz,
acariciaban sus negros cabellos con invisibles manos
esperando una orden para poder seguir su camino.




Extraído del Libro de Cantos de la Torre de Hielo

martes, 3 de noviembre de 2009

Órcifer, el caldero mágico

Cuando la noche gobernaba
sobre la Torre de Hielo
y fuera de sus gruesos muros
solo se podía escuchar
el aullido de los lobos plateados,
Órcifer despertaba de su metálico trance.

Desde sus humildes aposentos
comenzaba a murmurar extraños hechizos,
encendiéndose a cada palabra que articulaba
el relleno de carbón e incienso de su hueca cabeza:
"Arde el polvo, cruje la Luna,
se desgarra el alma de mi señora Fúria
en su frío lecho...
...dos alimañas y un par de arañas rojas
servirán para alimentar el calor
de ésta, su gran morada"
Como cada noche, el pequeño caldero mágico
preparaba un cálido despertar para su señora.



Extraido del Libro de Cantos de la Torre de Hielo