sábado, 11 de febrero de 2012

Una historia por partes

A los dieciséis ella ya había planeado su futuro y decidió compartir esa información conmigo:
-Moriré a los treinta, me dijo mirándome a los ojos. Yo esquivé la mirada. Pero no sin haberlo probado todo primero.
Yo sabía que todo no implicaba nada bueno de lo que la vida te ofrece,
sino más bien lo contrario. Todo implicaba dejarse caer deliberadamente en el pozo oscuro y amargo de la existencia humana. Todo implicaba cortarse las alas antes de que éstas crecieran. Era vendarse los ojos en un momento en el que empezábamos a conocer la realidad. Y a ella la realidad nunca le gustó.
En aquel momento decidí que nunca me separaría de ella pues sabía que iba a necesitar una amiga en su terrorífico viaje y, aunque la idea me daba escalofríos, me armé con la mejor sonrisa que pude y le contesté:
-Cada uno tiene derecho a elegir sus sueños o sus pesadillas. No me uniré a tu fiesta pero siempre estaré ahí cuando me necesites.
Me llamó exagerada y me dijo que no hacía falta ponerse tan seria. Nos reímos y seguimos el camino de cada día hacia el instituto.
Continuará...