Cuando llegó a la torre de Hielo
era menos que nada,
arañó la puerta con un suspiro,
el último que le quedaba
y cayó en mis brazos,
maltrecha, agotada.
Sus pequeños ojos negros
mostraban un camino perdido,
su enjuta apariencia
decía que había sido devorada,
que vivía en un pozo oscuro,
su soledad la consumía
¡parecía tan desgraciada!
En ese instante,
en el que se cruzaron nuestras
miradas, decidí amarla.
Decidí amarla sabiendo
que amor no me quedaba,
decidí cuidarla sintiendo
que levantaría mi alma.
Y fui recompensada.
Se convirtió en mi protectora,
de día vigilaba mi sueño,
de noche mi locura equilibraba,
y nunca me pidió nada.
Era fiel, alegre, era brava,
y yo, como una madre orgullosa
durante horas la observaba.
Se convirtió en mi amiga,
podía contarle cada secreto,
cada muerte que experimentaba
y ella, atenta, siempre escuchaba.
Lloraba si yo estaba triste,
aullaba si estaba destrozada,
y nunca me pidió nada
pues sabía que yo la amaba.
La nombré: Kalishtra
y le otorgué un alias:
mi fiel guardiana.
Y fuimos uña y carne
en las eras más heladas.
Disfruta, princesa,
me dijo al oido,
disfruta de tu allegada,
todos necesitan miel
entre batalla y batalla.
Pero ... ¡cuidado!
no olvides, princesa,
que las nubes taparán el sol,
que la oscuridad acecha
consumiendo el amor.
Extraído del libro de Cantos de la Torre de Hielo
3 comentarios:
Mas en ese último instante previo a consumirse, cuando el vacío celebre su victoria bastará un último suspiro para devolver Kalishtra al amor su sentido.
Me alegra que los Cantos de la Torre del Hielo pudieses recuperarlos!
Un abrazo
Pero por muchas nubes que hayan... aún más soles.
Besibrazos.
gracias chicos... tranquilos que incluso en la Torre de Hielo acabará saliendo el sol!!!!
pero.. todo a su tiempo ;)
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