Siempre era primavera, no existía el frío, no había mal, las lágrimas se habían extinguido.
Pero un día, inesperado día, la realidad atravesó nuestras defensas y se llevó la inocencia de nuestro mundo dejando una herida de profunda confusión y triste abandono.
Aún nos quedan la pasión y el cariño, y la incertidumbre de no saber que será de nosotros.